Lic. Carolina Murillo Guzmán
Docente
Estudiante de la maestría GTS UCI.
En Costa Rica el Turismo Rural y el Turismo
Rural Comunitario se han desarrollado bajo un modelo empresarial conocido como
las Pymes (Pequeñas y Medianas Empresas), y con una gestión sostenible desde
sus inicios, alrededor de los años 80´s; en muchas ocasiones compuestos por
pequeños albergues, posadas, cabañas, cabinas, entre otras modalidades de
hospedaje ubicadas en pequeñas comunidades rurales, reservas naturales o
territorios indígenas, implementando prácticas sostenibles inherentes a sus productos tal como lo indica Chávez, D (2009).
En muchas ocasiones se involucran empresas
administradas por grupos familiares, pequeños productores, asociaciones e
incluso cooperativas como es el caso de COOPRENA RL, un modelo de turismo rural
ejemplar bajo una red de organizaciones, asociaciones y cooperativas, inclusive
Agencia de Viajes como Simbiosis Tours, que cumple la misión de comercializar
los productos y servicios turísticos de sus afiliados.
De acuerdo a Rodrigues, A (2008). “El
método del cooperativismo consiste en dar valor a la identidad de ayuda mutua y
solidaridad, recalcando que las cooperativas son organizaciones abiertas, una
participación de todos sin discriminación de género, etnia, clase social, orientación
religiosa o política”. En Costa Rica, el Ministerio de Educación Pública, ha
implementado las Cooperativas Estudiantiles funcionando a través del
Departamento de Gestión de Empresas y del Departamento de Educación
Cooperativa, cumpliendo una función socioeducativa, permitiendo la familiaridad
de los estudiantes con prácticas de ayuda mutua, autosuficiencia, trabajo en
equipo, ser sociables y respetuosos, ente otras cualidades orientadas a la
formación integral de las y los jóvenes.
Podemos deducir, que el modelo de el Salvador, Perú con el manual del
emprendedor en turismo rural comunitario y el del modelo costarricense,
presentan una visión de participación integral por parte de los empresarios; es
decir, la participación económica de los miembros, tal como la diversificación
de la actividad económica, generando ingresos que les permita promover y
ampliar la brecha de empleo y por ende el crecimiento socioeconómico del sitio,
mirándolo desde el factor socio-económico, así como el factor cultural como un
producto dónde todos los actores en la cadena de comercialización, sean
sensibles a valorar el patrimonio cultural, siendo este el intérprete de la
experiencia turística tal como los ejemplos en Palmichal de Acosta, Finca
Margot y Danta Lodge, concluyendo que el modelo Peruano va muy de la mano al
modelo tico en el desarrollo del Turismo Rural y Turismo Rural Comunitario.